Las habilidades increíbles de un José Smith fraudulento

José Smith

Oh, la década de 1800. Cuando el aire era claro y los pacientes que sufrían del cólera eran tratados con enemas de tabaco. Buenos tiempos. Pero, divago. Este artículo se trata de José Smith.

Una vez, un ángel dijo que el nombre de José Smith “se tomaría para bien y para mal entre todas las naciones, tribus y lenguas, o sea, que se iba a hablar bien y mal de [él] entre todo pueblo”. Y es verdad. Para algunas personas, José Smith es un profeta de Dios. Para otros, es algo completamente diferente. Pero… si no es un profeta, ¿qué es exactamente?

Los antagonistas de José Smith han ideado una variedad de medios naturalistas mediante los cuales José podría haber logrado sus muchas hazañas.

Este artículo explora algunas de las cosas que José debió haber sabido y/o hecho para lograr lo que fácilmente se considera uno de los mayores engaños de todos los tiempos.

José Smith, el metalúrgico

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Ya sea que José Smith tuviera las planchas de oro o no. Los once testigos oficiales del Libro de Mormón testificaron a lo largo de su vida, incluso después de dejar la Iglesia, que vieron las planchas.

Los tres testigos testificaron “haber visto los grabados sobre las planchas”. Los otros ocho testigos dijeron “hemos palpado con nuestras manos cuantas hojas el referido Smith ha traducido y también vimos los grabados que contenían…” además de estos testigos oficiales, hubo muchos testigos no oficiales de las planchas.

El punto es que, a menos que los testigos oficiales y no oficiales fueran engañados o cómplices de José Smith, existió algún tipo de planchas. La pregunta es: ¿Cómo existen? ¿De dónde vinieron?

Para los críticos no es posible que José Smith las haya sacado del suelo por mandato de un ángel. Por lo tanto, debió haberlas fabricado. ¿Quién sabía que José, el granjero, tuviera tal interés y una habilidad aparentemente secreta para la metalurgia?

¿Podría haber contratado a alguien que fabricara las planchas? Supongo que sí, aunque hubiera sido todo un riesgo. Un comentario simple del herrero local “Sí, me contrató para que las fabricara” y el caso se cerraba. Pero, tal confesión no existe. Además, ¿de dónde sacaría José Smith el dinero para ese proyecto? En 1859, Martin Harris dijo:

“Mientras estaba con el Señor Smith, levanté las planchas y supe, por el peso, que eran de plomo u oro, y sabía que José no tenía el crédito suficiente para comprar tanto plomo”.

Pero, quizá hubo un cómplice metalúrgico anónimo, amigo de José Smith, en el pequeño pueblo de Palmyra (que tenía una población menor a cinco mil habitantes en 1825) que le ofreció sus servicios de forma gratuita, del que no tenemos registro.

La vieja conspiración “hombre detrás de la cortina”. Supongo que no hay forma de desmentir eso ni creo que valga la pena intentarlo.

José Smith, el hipnotista

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En caso de que lo olvidemos, los tres testigos afirmaron que un ángel se les apareció y les mostró las planchas de oro. Otra vez, nuestras opciones “naturalistas” son que todos fueron cómplices, o fueron engañados.

Una de las teorías, de algún modo, populares acerca de que los tres testigos “fueron engañados” consiste en que José Smith fue un hipnotizador experto. Los hizo caer en un trance y, en su estado mental alterado, los convenció de que estaban viendo a un ángel, o incluso las planchas inexistentes. Impresionante.

Lo que es aún más impresionante es la capacidad de José Smith para hacer que las personas alucinaran incluso cuando no estuvieran en presencia del sujeto. Por ejemplo, un testigo no oficial de las planchas tuvo una experiencia angelical antes de que existiera el testimonio de los tres testigos. David Whitmer relató la experiencia de su madre, María:

“Mi madre estaba yendo a ordeñar las vacas cuando se encontró, cerca del patio, con el mismo anciano (a juzgar por su descripción acerca de él) que le dijo: ‘Ha sido muy fiel y diligente en sus labores, pero está cansada por el aumento de su esfuerzo. Por lo tanto, es apropiado que reciba un testimonio  de que su fe puede ser fortalecida’. Luego, le mostró las planchas”.

Después, John C. Whitmer agregó:

“[El personaje] dio vuelta a las planchas, hoja por hoja, y también le mostró los grabados que contenían. Después le dijo que fuera paciente y fiel en soportar su carga un poco más, le prometió que si lo hacía, sería bendecida, y su recompensa sería segura, si demostraba ser fiel hasta el final. Luego, el personaje desapareció repentinamente con las planchas y no pudo contar a dónde fue”.

Tampoco olvidemos las experiencias milagrosas que tuvieron grandes grupos de gente al mismo tiempo, en presencia y ausencia de José Smith.

José Smith fue el hipnotista más talentoso de todos los tiempos o, por alguna razón, todos los lugares que visitó se convirtieron en la capital de la esquizofrenia.

José Smith, el hombre con una memoria fotográfica

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Siempre se burlan de José Smith por haber “traducido” el Libro de Mormón al introducir su cabeza en un sombrero para leer una piedra vidente que se encontraba en su interior. Este método es corroborado por una de las escribas de José, su esposa, Emma.

“Con frecuencia, escribía día tras día. A menudo, me sentaba en la mesa cerca de él, José se sentaba con el rostro enterrado en su sombrero, que tenía la piedra en su interior, y dictaba hora tras hora sin nada entre nosotros… No tenía ningún manuscrito ni libro del que leer… Si hubiera tenido algo de ese tipo, no me lo habría ocultado”.

Nuevamente, aquí están nuestras opciones naturalistas: Emma fue una cómplice o, fue engañada. Si Emma fue cómplice, junto con todos los demás escribas o testigos de la traducción, entonces la teoría es que José, que indudablemente contaba con una cantidad increíble de ayuda humana, de alguna manera inventó un manuscrito del que dictó.

Sin embargo, esto conduce a una lista interminable de preguntas y complicaciones que abordaremos rápidamente a lo largo de este artículo.

Toda evidencia apunta al hecho de que José Smith dictó este texto a un escriba mientras miraba el interior de un sombrero sin ningún material de referencia. Al suponer que los escribas fueron engañados, incluso si el Libro de Mormón fue un invento del propio José Smith, ¿cómo logró dictarlo con su rostro en un sombrero?

La única opción que tenemos es que José simplemente memorizó todo su manuscrito inventado, o al menos grandes partes del mismo, antes de recitar de manera experta página tras página a sus escribas.

Sospechosamente, no se menciona la evidencia de una memoria fotográfica en el registro histórico. Incluso, un antagonista expreso de la Iglesia, Paul A. Douglas, escribió:

“En caso de que algunos se lo pregunten, José no exhibió características relacionadas con la memoria fotográfica, o imágenes eidéticas. Este es un trastorno muy raro” (Interrogatory No. 7 of A Letter to an Apostle).

Entre otras explicaciones que escuché se encuentran: Un espíritu maligno inspiró a José Smith o que José Smith utilizó magia negra para hacer el dictado. Por lo tanto, si los escribas no eran cómplices, José tenía una memoria fotográfica, era un médium o un mago.

José Smith, el lingüista

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Docenas de elementos del idioma hebreo antiguo aparecen en el texto del Libro de Mormón. Condicionales, quiasmos, estados de constructo, símiles, frecuencia de conjunciones, poesía antigua beduina, la lista sigue y sigue.

Algunos críticos indican que José Smith podría haber extraído fácilmente estos elementos lingüísticos de su Biblia de la versión del Rey Santiago. Supongo que eso es posible para algunos.

Como indicador de que eso sea posible, te sugiero que recuerdes tu estudio personal y experiencia con la Biblia y te preguntes cuántos elementos de estilo y estructura hebrea acabas de detectar.

Claramente, es poco probable, pero posible, que José haya extraído algunas cosas de su Biblia. Pero, eso no explica todo lo que se necesita explicar. Por lo tanto, tenemos que preguntarnos, ¿de dónde sacó el resto? Algunos sugieren que las bibliotecas locales pudieron ser el lugar para buscar. Además, seguramente, existieron muchos libros religiosos y lingüísticos en esa época.

Sin embargo, se especula mucho con respecto a lo que José pudo haber tenido acceso o no. Sabemos que, según su madre, José “parecía no inclinarse mucho a leer los libros que los demás niños leían, sino que le interesaba más la meditación y el estudio profundo”.

Pero, si José aprendió de alguna manera estas complejidades lingüísticas a través de la literatura que estaba disponible para él, es interesante que nunca haya señalado ninguna de ellas, enalteciéndolas como prueba de su “traducción inspirada”.

De hecho, consideró algunos hebraísmos como errores gramaticales, corrigiéndolos en las primeras ediciones del Libro de Mormón. ¡Qué cosa más extraña de hacer después de un estudio aparentemente detallado!

José Smith, el geógrafo

El Libro de Mormón ejemplifica un conocimiento íntimo de la geografía del Viejo Mundo. Por ejemplo, la elevación de Jerusalén en relación con las tierras circundantes y las ubicaciones clave, además de las características de esos lugares, junto con el Mar Rojo y la Península Arábica.

Por lo menos uno de los lugares mencionados en el Libro de Mormón no se puede encontrar fácilmente en ningún mapa de la época de José. O bien era un adivino afortunado o tenía acceso a fuentes geográficas que, en algunos casos, estaban más allá de su tiempo.

José Smith, el geólogo

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Veamos 3 Nefi 8: 21 – 23

“Y no podía haber luz por causa de la obscuridad, ni velas, ni antorchas; ni podía encenderse el fuego con su leña menuda y bien seca, de modo que no podía haber ninguna luz. Y no se veía luz alguna, ni fuego, ni vislumbre, ni el sol, ni la luna, ni las estrellas, por ser tan densos los vapores de obscuridad que había sobre la faz de la tierra. Y sucedió que duró por el espacio de tres días, de modo que no se vio ninguna luz”.

Los vapores de la oscuridad eran tan densos que ni siquiera podían encender fuego “con su leña menuda y bien seca”. Las Escrituras no afirman necesariamente que este fue un evento sobrenatural. Los “vapores de la oscuridad” fueron la causa.

¿Alguna vez escuchaste de dicho fenómeno geológico? Seguro que no. Bueno, yo no… pero, ahora sí. Resulta que en realidad es una cosa. Las cenizas volcánicas podrían explicar fácilmente la densa oscuridad. Pero, ¿qué pasa con la incapacidad de los nefitas para encender fuego? Según el profesor geofísico, Alvin K. Benson:

“En varios casos modernos, los gases volcánicos se han acumulado en lugares bajos después de una erupción, matando personas, animales y vegetación. El destino de una ciudad en particular dependerá de su ubicación en relación con las fallas geológicas y los volcanes, además de la dirección del viento que lleva las cenizas volcánicas y los gases. En las regiones de los nefitas sobrevivientes, la concentración de los gases volcánicos puede haber sido suficiente para evitar la ignición de incendios, pero no lo suficientemente alta para sofocar a las personas. Debido a que la mayoría de gases volcánicos son más pesados que el aire, tienden a ceñirse al suelo. Por lo tanto, a nivel del suelo, las concentraciones pudieron haber sido lo suficientemente altas para evitar la ignición de la leña seca de los nefitas”.

Nuevamente, nuestras opciones naturalistas son: José Smith tuvo una suerte increíble o tuvo un conocimiento profundo de los fenómenos geológicos extremadamente raros.

José Smith, el arquero

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Esta sección solo se basa en un pequeño detalle del Libro de Mormón, pero me parece fascinante. En 1 Nefi 16 leemos:

Y aconteció que viajamos por el espacio de muchos días, cazando por el camino lo necesario para nuestro sustento, con nuestros arcos, y nuestras flechas, y nuestras piedras y hondas.

…Y aconteció que yo, Nefi, al salir a cazar, he aquí, rompí mi arco, que era de acero fino…

… Y aconteció que yo, Nefi, hice un arco de madera, y una flecha de un palo recto; por tanto, me armé con un arco y una flecha, y con una honda y piedras.

La pregunta es, ¿por qué Nefi hizo una flecha nueva si ya tenía flechas de su antiguo arco? La respuesta es simple, pero reveladora. Aquí, lo que el investigador William Hamblin dijo al respecto en 1992:

El arco de acero de Nefi probablemente usaba flechas más pesadas y rígidas de las que podía soportar su sencillo arco de madera. Nefi era físicamente grande (véase 1 Nefi 2: 16; 4: 31) y podría haber tenido pocas razones para utilizar un arco de metal si no hubiera tenido una fuerza considerable.

Las flechas que hicieran juego con el arco de acero que utilizaba este hombre indudablemente habrían sido bastante pesadas para que tuvieran la rigidez adecuada. Un arquero experto informa: ‘Disparar flechas de un arco de acero desde un arco de madera sería como disparar postes de teléfono’.

Por lo tanto, es preciso que Nefi mencione, al mismo tiempo, el hecho de que hizo una flecha y un arco. La madera del arco y la flecha del mismo árbol o área también podrían hacer juego.

Uno duda de que dicha información la conociera José Smith o muchos, si es el caso, de sus contemporáneos. El tiro con arco, como medio de defensa personal o como un método serio de casa o guerra, pasó de moda entre los europeos muchos años antes de la época de José Smith.

Por otro lado, el tiro con arco como deporte no surgió hasta la segunda mitad del siglo XIX.

A pesar de la evidencia nula, de la que tengo conocimiento, de que José Smith tenía interés en el tiro con arco, desde un punto de vista antagónico, José tenía un conocimiento sorprendentemente detallado de la práctica.

José Smith, ¿el viajero del tiempo?

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Esto es muy interesante. Existen varias partes en las traducciones del libro de Abraham y Moisés de José Smith, que contienen detalles sobre Abraham y el profeta Enoc que simplemente no estuvieron disponibles, al menos en inglés, en la época de José.

Los manuscritos del Apocalipsis, o el testamento, de Abraham y varios escritos enoquistas, que corroboran lo que José Smith escribió de ellos han aparecido desde la época del profeta. Veamos algunos ejemplos:

  • Desviar un río de su curso se menciona en el libro de Moisés en referencia a Enoc y los manuscritos enoquistas, que se descubrieron después de que se escribiera el libro de Moisés. En ninguna otra parte, un río se desvía de su curso a través del poder divino.
  • El libro de Moisés menciona el nombre de Mahíjah y, extrañamente, la variación Mahújah. La Biblia solo menciona Mahíjah. Más tarde, la literatura enoquista menciona Mahíjah y Mahújah.
  • Enoc se relaciona con los libros del recuerdo tanto en el libro de Moisés como en la literatura enoquista posterior, pero con ninguna otra parte.
  • En los capítulos de Enoc del libro de Moisés, Dios llora. En la literatura enoquista posterior, Dios también llora.

Algunos críticos indican que José solo fue un adivino con suerte, o que de alguna manera tuvo acceso a algún tipo de literatura oscura y rara que le dio cada una de estas ideas. La evidencia que indica la última opción es deprimente y la idea de que José tuvo suerte es tan increíble para mí como la veracidad del llamamiento profético de José Smith para los críticos.

Pero, ¿qué sucedería si José Smith tuviera cómplices?

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Quizá, esta conspiración sea mucho más profunda y, de hecho, José Smith, tenía una vasta red de compañeros dispuestos a dar su vida por su fraude. ¿Qué tipo de caja de pandora abre esa idea? Aquí, solo algunas preguntas que deberían ser respondidas:

¿Quién estaba involucrado y quién no? ¿Qué papeles jugaron?

  • ¿La familia de José Smith formó parte del fraude?
  • Si la familia de José estaba involucrada en esto, ¿por qué José derramó lágrimas de alegría cuando su padre se bautizó en la Iglesia, sabiendo que todo era una farsa?
  • ¿Por qué las últimas palabras que Alvin Smith, el hermano mayor del profeta, le dijo a José respaldarían un fraude? “Quiero que seas un buen hombre y hagas todo lo posible para obtener los registros”

Si los testigos estuvieron involucrados, ¿por qué defendieron sus testimonios hasta la tumba, incluso después de pelear con José y dejar la Iglesia? Oliver Cowdery testificó del Libro de Mormón en su lecho de muerte.

¿Cómo explicamos las visiones y los testimonios de diferentes personas como Mary Whitmer, Alva Beman, Zera Pulsipher y muchas otras?

En las últimas horas de José antes de su martirio, que sabía que se avecinaba, ¿por qué leería y se consolaría con un libro fraudulento?

¿Cuándo José Smith redactó su manuscrito secreto del Libro de Mormón? ¿Qué le pasó?

Si todos los escribas estaban involucrados, ¿por qué inventar la historia sobre las piedras videntes? ¿No hubiera sido más fácil decirle al público: “Este es un libro que Dios reveló directamente a mi mente, aquí está”?

Las preguntas siguen y siguen. La mayoría de veces, intentar responder una solo produce más preguntas. No es sorprendente que los críticos no puedan ponerse de acuerdo sobre cómo se creó el Libro de Mormón.

Si la conspiración es más profunda que la de José Smith, las cosas se complican incluso más y los críticos se vuelven más especulativos con sus afirmaciones.

La moraleja de la historia

Jane Elizabeth Manning James

Con frecuencia, se acusa a los Santos de los Últimos Días de esforzarse para realizar  “gimnasia mental” con el fin de justificar el llamado profético de José Smith. Pero, quizá, desmentir su llamamiento profético es lo que realmente necesita la gimnasia.

José Smith y su red de recursos y cómplices civiles, es sorprendentemente vasta, especialmente para un granjero de la década de 1820, o José es un aquero, metalúrgico, hipnotista, lingüista, geógrafo y viajero del tiempo experto con memoria fotográfica. Eso es solo es una muestra.

O, está la alternativa: José Smith fue un profeta de Dios y el Libro de Mormón apareció exactamente como lo dijo.

Esta es una traducción del artículo que fue escrito originalmente por David Snell y fue publicado en thirdhour.org con el título “The Unbelievable Skill Set of a Fraudulent Joseph Smith”.

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