Una niña de dos años que padece de cáncer da una respuesta inolvidable a la pregunta: “¿Qué dice Jesús?”

Jesús

De vez en cuando, todo el cielo se viene abajo. Ese fue el caso reciente de un querido amigo que descubrió que su hija de 2 años, Hope, tenía cáncer. La vida tiene una forma peculiar de avanzar después de un momento tan devastador como ese. Todavía sale el sol, todavía se debe servir el desayuno y todavía se tienen que cambiar los pañales.

En algún lugar, en medio de la quimioterapia, las estadías en el hospital y los tubos intravenosos, mi amigo y su hija tuvieron una conversación familiar con todos los que criaron a un niño pequeño.

Fue un largo día y mi amigo sostenía a Hope en sus brazos mientras le leía un cuento para dormir. Con su voz más tierna, le preguntó, “¿Cómo dice la lechuza?” Hope respondió: “¡Uhhh! ¡Uhhh!” se rió suavemente y mi amigo no pudo evitar notar la cantidad de cabello que había perdido su pequeña en los últimos días. Los remanentes, desiguales y quebradizos, de su cabello rubio eran un recordatorio de la realidad de su situación.

Mi amigo volteó la página y preguntó, “¿Cómo dice la vaca?”

“¡Muuu! ¡Muuu!”, Hope respondió orgullosa y sonrió de oreja a oreja. Los pequeños mechones de cabello que cayeron en su regazo mientras leían no parecían molestarla en absoluto.

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Mi amigo levantó la vista para leer la siguiente línea y, de pronto, la conversación dio un giro inesperado. En ese momento, una imagen de Jesús en la pared de la habitación de Hope llamó su atención, y le hizo una pregunta espontánea.

“Hope”, tartamudeó, intentando no revelar su emoción, “¿Qué dice Jesús?” Era una pregunta que no le había hecho antes.

Mientras esperaba, Hope se acurrucó en el hombro de mi amigo, abrió sus ojos azules y susurró: “Jesús dice, ‘te sostengo’”. Mi amigo estalló en lágrimas. Inclinó suavemente el pequeño cuerpo de su hija hacia el suyo y la abrazó mientras sollozaba.

Unos minutos después, la sostuvo cerca del interruptor para que pudiera apagar la lámpara de su habitación. Después de que Hope les dio las buenas noches a los árboles del patio delantero y a una estrella azul de cristal que colgaba de su ventana, mi amigo colocó suavemente a Hope en su cuna con su manta que había empapado con sus lágrimas.

Mientras salía silenciosamente de su habitación, reflexionó sobre la lección que acababa de aprender y el recordatorio que recibió de que Jesús estaba sosteniendo a su familia en Sus brazos amorosos.

Esa noche inolvidable, la imagen de Jesús que se había colgado en la pared de la habitación de Hope preparó el camino para que se enseñara una lección profunda. En un lugar donde la rutina diaria chocaba con la verdad del cielo, la dulce paz llenó los corazones apesadumbrados.

Jesucristo sufrimiento

Cristo se convirtió en el centro de la conversación y, en ese momento de silencio, se encontró una medida adicional de fortaleza, se levantaron los corazones y se renovó el coraje. Así es cada vez que recurrimos a Jesucristo.

Seguí recordando esa noche. En algún momento previo, mi amigo decidió colgar esa foto en la habitación de su hija. Creo que lo hizo meses antes, en un momento de alegría. Supongo que no tenía idea de la fortaleza que traería la imagen en un momento futuro de necesidad.

Esta experiencia reafirmó una verdad que creo con todo mi corazón: existe un gran  poder que viene cuando Jesucristo se convierte en el centro de nuestro hogar.

Si nuestras conversaciones se centran en Cristo, si las imágenes de Él cuelgan en nuestras paredes, si Sus palabras tienen un lugar en nuestros corazones y si Sus atributos se convierten en las características de cada miembro de nuestra familia, experimentaremos una medida agregada de paz, fortaleza, coraje y esperanza en los momentos que más lo necesitemos.

Esta es una traducción del artículo que fue escrito originalmente por Emily Belle Freeman y fue publicado en ldsliving.com con el título “A 2-Year-Old with Cancer Gives Unforgettable Answer to What Does Jesus Say?

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