Pregunta
Las personas que nacieron como hombres pero se identifican y viven como mujeres en este mundo, prefieren que se las trate como mujeres y usar el nombre femenino que han adoptado. Lo mismo ocurre con el género opuesto.
¿Los Santos de los Últimos Días deberían de aceptar esto y seguirles la corriente o deberían aceptar el género que Dios les dio a estas personas al nacer en este mundo (y que seguirán teniendo después de la resurrección, por toda la eternidad)?
Respuesta
He estado meditando mucho sobre este tema y encontrar la mejor manera de abordarlo.
Por un lado, tenemos un claro consejo de nuestros profetas de que debemos ser corteses cuando entramos en un desacuerdo con otras personas y reflejar el amor del Salvador al comunicarnos.
La mayoría de las personas pasan por una “reasignación de género” y se enfrentan a problemas que nosotros ni siquiera imaginamos.
@masfe.org Toda persona, incluso aquellas que tienen una diferente identidad de género, merecen ser amados y respetados como hijos de Dios. #masfe #ElderOaks #apostol #profetas #lds #devocional #parejas #matrimonio #metas #jovenescristianos #mormons #identidaddegenero #amor #mandamientos #hijosdedios
En el caso de un hombre, este pasa por diferentes operaciones, inyecciones y/o procedimientos para iniciar un estilo de vida “femenino” y, por ende, prefiere ser adoptar el pronombre “ella”, es decir, que se les trate como una mujer.
Personalmente, aceptar su petición recae en el trato cordial que podemos tener con esta persona. No nos cuesta nada y los hace feliz.
Por otro lado, aquí hay otro peligro. Tenemos muchas construcciones sociales a las que nos aferramos simplemente porque le facilita la vida a los demás.
Por ejemplo, por cortesía, los hombres le abren la puerta a las mujeres, no porque creen que son incapaces de abrirla por sí mismas, sino para demostrar que las valoran.
Quizás nuestra sociedad no valore verdaderamente a las mujeres como debería, pero un acto simple como sostener la puerta, aunque perpetúe esta creencia, nos ayuda a recordar la profunda verdad que se encuentra detrás de la misma.
La ‘reasignación de género’ es otra construcción social, pero, en mi opinión, es una de valor más dudoso. Pretendemos que un hombre es una mujer (o viceversa) porque esa persona ha solicitado que lo hagamos.
En su mayor parte, tal vez esto sea inofensivo, sin embargo, siempre debemos recordar que el género es una construcción social. No podemos creer erróneamente que podemos elegir nuestro género de la misma manera en que elegimos qué ropa nos ponemos.
Según “La Familia: Una Proclamación para el mundo”:
“El ser hombre o mujer es una característica esencial de la identidad y del propósito premortales, mortales y eternos de la persona”.
Vivimos en este mundo y entre sus subculturas. Nos ajustamos a las leyes y costumbres sociales de nuestra sociedad, a menos que dichas leyes o costumbres nos obliguen a desobedecer al Señor.
En este caso, referirnos a un hombre como mujer no es fundamentalmente un problema moral. Por lo tanto, en mi opinión, enseñamos nuestras verdades como Santos de los Últimos Días públicamente y (especialmente) en privado, y también “damos al César” llamando a las personas por el género que prefieran.
Fuente: Ask Gramps