Estas son las 7 iglesias descritas en Apocalipsis

En Apocalipsis 1:4, el apóstol Juan anunció las “siete iglesias que están en Asia”.

Pero, ¿qué es lo que significa? 

En el Nuevo Testamento, “Asia” hace referencia a lo que a menudo llamamos “Asia Menor”, específicamente en la península de Anatolia. 

Por otro lado, para Juan, “Asia” era una provincia del imperio romano. Además Japón y China no aparecían en el mapa… Pero, ¿qué es “Anatolia”? 

A lo que se refería en ese entonces, es a lo que hoy conocemos como Turquía. Sin embargo ese nombre y la llegada de los turcos de Asia Central que le dieron dicha denominación no ocurriría después de varios siglos.

“Las siete iglesias que están en Asia”, son siete ramas en la antigua iglesia cristiana, en zonas situadas respectivamente en: “Éfeso, y a Esmirna, y a Pérgamo, y a Tiatira, y a Sardis, y a Filadelfia y a Laodicea”. (Apocalipsis 1: 11)

Los lugares mencionados eran ciudades que están situadas aproximadamente a unos 80 kilómetros de distancia y pueden haber sido centros postales que servían entre las siete regiones. Pero, ¿fueron las únicas ciudades?, ¿fueron las más importantes o simplemente representaban una zona? Esto es lo que no se sabe con certeza. 

Juan describe una visión que tuvo en Patmos, situada a unos 64 kilómetros de la costa de Anatolia, y se le manda que escriba un relato y lo envíe a las siete iglesias. 

“Escribe las cosas que has visto, y las que son, y las que han de ser después de estas. En cuanto al misterio de las siete estrellas que has visto en mi diestra, y de los siete candeleros de oro: las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias, y los siete candeleros que has visto son las siete iglesias”.  (Apocalipsis 1:19-20)

“Los ángeles de las siete iglesias” pueden ser: 

• Mensajeros celestiales o guardianes asignados a cada una de ellas
• Líderes o mensajeros de ellos (en griego, “angeloi” significa “mensajeros”)
• Personificaciones del Espíritu Santo

A continuación, recorreré las siete ciudades según el orden de Juan e iré comentando a lo largo del camino.

Éfeso 

“Escribe al ángel de la iglesia en Éfeso: El que tiene las siete estrellas en su diestra, el que anda en medio de los siete candeleros de oro, dice esto:

Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y tu paciencia; y que tú no puedes soportar a los malos, y has puesto a prueba a los que dicen ser apóstoles y no lo son, y los has hallado mentirosos”. (Apocalipsis 2:1-2)

En esa época, era obvio que no había una revista de la Iglesia que publicara las fotografías de las Autoridades Generales; además, la comunicación era lenta y relativamente escasa.

Diferentes personas viajaban para afirmar que apóstoles y en muchos de estos centros postales siempre era necesario entre discernir si esto era verdad o no. En varias de las epístolas, Pablo se vio obligado a defender la autenticidad de apostolado. 

“Y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado arduamente por mi nombre y no has desfallecido.

Pero tengo contra ti que has dejado tu primer amor.

Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti y quitaré tu candelero de su lugar, si no te arrepientes”. (Apocalipsis 2:3-5)

Juan admiraba la fidelidad de los efesios y a la vez criticaba su limitado compromiso por lo que les amonestó fuertemente que si no cambiaban, serían apartados. 

“Pero tienes esto, que aborreces las obras de los nicolaítas, las cuales yo también aborrezco. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios”. (Apocalipsis 2:6-7)

Se sabe muy poco sobre “los nicolaítas”, pero al parecer eran una secta cristiana que adoraba e idolatraba la inmoralidad sexual, lo que parece indicar que la división y la apostasía estaban ya presentes en la Iglesia cuando Juan recibió su visión en los años  95-96 d. C.

Es importante recordar que no se promete ningún triunfo terrenal a los santos de Éfeso, en su lugar, Juan les dijo que se aferraran al evangelio con la esperanza de que serán salvados en la vida venidera. 

Esmirna

El Señor dijo esto a los santos de Esmirna:  

“Yo conozco tus obras, y tu tribulación… No tengas ningún temor de las cosas que has de padecer. He aquí, el diablo va a echar a algunos de vosotros a la cárcel, para que seáis probados, y tendréis tribulación durante diez días.

Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El que venciere, no recibirá daño de la segunda muerte”. (Apocalipsis 2:9-11)

Una vez más, hay una promesa de gloria, pero solo en vida venidera, no en esta. 

Pérgamo

Al igual que Esmirna, estos santos reciben la siguiente respuesta: 

“Y escribe al ángel de la iglesia en Pérgamo… Yo conozco tus obras y retienes mi nombre y no has negado mi fe… Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que tú tienes ahí a los que se aferran a la doctrina de Balaam, el que enseñaba a Balac a poner tropiezo delante de los hijos de Israel, a comer de cosas sacrificadas a los ídolos y a cometer fornicación.

Así también tú tienes a los que se aferran a la doctrina de los nicolaítas, la cual yo aborrezco. ¡Arrepiéntete! Porque de otra manera, pronto vendré a ti y pelearé contra ellos con la espada de mi boca. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.

Al que venciere, le daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita un nombre nuevo escrito, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe”. (Apocalipsis 2:12-17) 

Tiatira

El mensaje de Juan a Tiatira parece ser más positivo, sin embargo, advierte contra la idolatría, la apostasía y la mala conducta sexual que se había interpuesto en la ciudad:

“Y escribe al ángel de la iglesia en Tiatira… Yo conozco tus obras, y tu caridad, y tu servicio, y tu fe y tu paciencia, y que tus obras postreras son más que las primeras.

Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que toleras que esa mujer Jezabel, que se dice profetisa, enseñe e induzca a mis siervos a fornicar, y a comer cosas ofrecidas a los ídolos. Y le he dado tiempo para que se arrepienta de su fornicación; y no se ha arrepentido. 

Iglesia de Tiatira. Créditos: Artemio García

He aquí, yo la arrojo en una cama; y a los que cometen adulterio con ella los arrojo en gran tribulación, si no se arrepienten de sus obras. Y castigaré de muerte a sus hijos; y todas las iglesias sabrán que yo soy el que escudriño la mente y el corazón; y daré a cada uno de vosotros según sus propias obras.

 Pero a vosotros, y a los demás que están en Tiatira, que no tienen esa doctrina y que no han conocido las profundidades de Satanás, como ellos las llaman, yo os digo: No impondré sobre vosotros otra carga.

 Pero lo que tenéis, retenedlo hasta que yo venga.Y al que venciere, y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré potestad sobre las naciones; y las regirá con vara de hierro, y serán quebradas como vaso de alfarero, como también yo la he recibido de mi Padre. Y le daré la estrella de la mañana”.  (Apocalipsis 2:18-28)

Los que “perseveran hasta el fin” serán bendecidos. La recompensa final parece llegar después de mucha fidelidad. 

Sardis 

“Y escribe al ángel de la iglesia en Sardis: El que tiene los siete Espíritus de Dios y las siete estrellas dice esto: Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, pero estás muerto”. (Apocalipsis 3:1)

No creo que haya sido el saludo más favorable y esto no se pone mejor: 

“Sé vigilante y fortalece las otras cosas que quedan y que están para morir, porque no he hallado bien acabadas tus obras delante de Dios. Acuérdate, pues, de lo que has recibido y has oído; y guárdalo y arrepiéntete. Y si no velas, vendré sobre ti como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti”. (Apocalipsis 3:2-3)

Todavía quedaban algunos santos fieles en Sardis y si resistían hasta el final ellos recibirían una recompensa celestial: 

“Tienes unas pocas personas en Sardis que no han manchado sus vestiduras y que andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son dignas.

El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre y delante de sus ángeles”. (Apocalipsis 3:4-5)

Filadelfia

Al ángel de esa iglesia, el Señor le dice: 

“Yo conozco tus obras… porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra y no has negado mi nombre. He aquí, yo haré que los de la sinagoga de Satanás, los que dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten, he aquí, yo los obligaré a que vengan y adoren delante de tus pies, y sepan que yo te he amado.

Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la tentación que ha de venir en todo el mundo para probar a los que moran en la tierra.

He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes para que ninguno tome tu corona.

Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá fuera; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo”. (Apocalipsis 3:8-12)

Laodicea

Era famosa por su riqueza financiera, industria textil y la producción local. Al parecer, obtenía agua de las fuentes termales de una ciudad cercana, Hierápolis; sin embargo, cuando el agua llegaba a Laodicea no era fría, limpia, refrescante, ni caliente y medicinal.

Estas características vienen del mensaje a los miembros de la iglesia de Laodicea, un mensaje nada positivo: 

“Yo conozco tus obras, que no eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Pero porque eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.

Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido y no tengo necesidad de ninguna cosa; y no sabes que tú eres un desdichado, y miserable, y pobre, y ciego y desnudo.

Yo te aconsejo que compres de mí oro refinado en el fuego para que seas rico, y vestiduras blancas para que te vistas y no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio para que veas… a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete… Al que venciere, yo le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido y me he sentado con mi Padre en su trono”.(Apocalipsis 3:15-21) 

Algunos expertos han comparado el cristianismo temprano con un bebé en crecimiento, pero cuando leemos los versículos del Apocalipsis de Juan, no parece tan duro como podríamos pensar. 

Tampoco vemos el fuego inextinguible que algunos hablan. En cambio, encontramos una fe que es amenazada por la persecución, la apostasía, la transgresión moral y una promesa de recompensa celestial para aquellos que lo logren hasta el final. 

Lo que lleva a la necesidad de restaurar el evangelio años después. 

Fuente: Meridian Magazine

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