El Presidente Grant relata el extraordinario sueño sobre la visita de su esposa del Mundo de los Espíritus

hijo

Cansado física y emocionalmente, el Presidente Heber J. Grant se sentía preocupado por su hijo de 7 años de edad, que se encontraba gravemente enfermo y con un dolor insoportable. Al Presidente Grant le aterraba la idea de perder a otro hijo, debido a que ya había perdido uno. Sin embargo, luego, un sueño de otro mundo consoló su corazón afligido, preparándolo para el dolor que estaba por venir.

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Fui bendecido con solo dos hijos. Uno murió a los cinco años y el otro, a los siete. Mi último hijo murió debido a una enfermedad a la cadera. Me hice grandes ilusiones con que viviera y esparciera el Evangelio en casa y fuera de ella, y se convirtiera en un honor para mí. Casi una hora antes de que muriera, soñé que su madre, que estaba muerta, venía por él y que traía consigo a un mensajero, y le decía a este mensajero que se llevara al niño mientras [yo] estaba dormido. En el sueño, imaginé que despertaba y sujetaba a mi hijo y luchaba  por él y finalmente, lograba apartarlo del mensajero que vino a llevárselo y al hacerlo, soñé que tropezaba y caía sobre él.

Soñé que caía sobre su cadera dolorida, y los terribles gritos y la angustia del niño me volvían casi loco. No pude soportarlo, salté y salí corriendo de la casa para no oír su sufrimiento. Soñé que después de salir corriendo de la casa, me encontré con el hermano Joseph E. Taylor y le conté estas cosas.

Dijo: ‘Bueno, Heber, sabe lo que haría si mi esposa viniera por uno de sus hijos – No lucharía por ese niño; no impediría que se lo llevara. Si una madre que fue fiel, atravesó más allá del velo, sabría del sufrimiento y la angustia que su hijo podría tener que soportar. Sabría si ese niño podría ir por la vida como discapacitado y si sería mejor o más sabio que ese niño fuera aliviado de la tortura de la vida. Y, cuando se detenga a pensar, hermano Grant, que la madre de ese niño descendió a las sombras de la muerte para darle la vida, es la única que debe tener el derecho de llevárselo o quedárselo.

Dije, “creo que tiene razón, hermano Taylor, y si vuelve, tendrá al niño sin ninguna queja de mi parte.”

Después de llegar a esa conclusión, mi hermano, B.F. Grant, que se estaba quedando esa noche con nosotros para ayudar a cuidar al niño enfermo, me despertó. Me llamó a la habitación y me dijo que mi hijo estaba muriendo. Fui al frente de la habitación y me senté. Había una silla vacía entre mi esposa, que está viva, y yo. Sentí la presencia de la madre fallecida del niño, sentada en esa silla. No le conté a nadie lo que sentí, pero giré hacia mi esposa viva y le dije: “¿Sientes algo extraño?”, respondió: Sí, estoy segura de que la madre de Heber está sentada entre nosotros, esperando llevárselo.”

Ahora, naturalmente, creo que soy un hombre compasivo. Fui criado como hijo único, con todo el cariño que una madre le podría prodigar a un niño. Creo que soy naturalmente cariñoso y compasivo y que derramé lágrimas por mis amigos, lágrimas de alegría por sus éxitos y lágrimas de pena por sus desgracias. Sin embargo, me senté junto al lecho de muerte de mi hijo y lo vi morir, sin derramar una sola lágrima. Mi esposa viva, mi hermano y yo, en esa oportunidad experimentamos una influencia agradable, calma y celestial en mi hogar, tan grande como nunca experimenté en mi vida. (Improvement Era, junio de 1940, pp. 330, 383.)

Artículo originalmente escrito por y publicado en ldsliving.com con el título “President Grant Recounts Remarkable Dream of His Wife Visiting from the Spirit World.”

Comentarios
Bastante especial el relato muy importante poner atención en esas circunstancias ya que increíblemente el Señor nos permite conocer acontecimientos valiosos para poder comprender la siguiente etapa a la que más adelante iremos.
Ludwing Merida

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