¿Por qué NO perdonar es un pecado más grave que el hacer daño?

pareja perdonándose

Muchas veces nos hemos sentido tan lastimados por las acciones de otros que, hemos pensado o dicho: “jamás te perdonaré”.

No nos damos cuenta de la gran responsabilidad que conllevan esas tres aparentemente simples palabras.

Esas tres palabras que profundizan en nuestra mente y corazón, son letales. No para la persona que hizo el daño, sino para nosotros mismos. Es como si nos rehusáramos a botar el veneno que de pronto entró en nosotros. Ese veneno nos roba la felicidad y la paz.

Además, puede que ese veneno nos condene a nosotros mismos.

depresión

No perdonar solo nos lastima. Imagen: Canva

En la página oficial de la Iglesia de Jesucristo leemos por qué NO perdonar es más grave que el hacer daño:

“El Señor enseñó: ‘Debéis perdonaros los unos a los otros; pues el que no perdona las ofensas de su hermano, queda condenado ante el Señor, porque en él permanece el mayor pecado.

 

Yo, el Señor, perdonaré a quien sea mi voluntad perdonar, mas a vosotros os es requerido perdonar a todos los hombres’ (Doctrina y Convenios 64:9–10)”.

De esta parte inferimos que, incluso NO perdonar es un pecado, ya que el Señor nos ha dado el mandamiento de extender perdón a quienes nos ofenden. Entonces, al desobedecer ese mandamiento, pecamos. Él es el único que puede elegir a quién perdonar y a quién no.

élder Uchtdorf -Dios - momentos difíciles

El Señor nos dio el mandamiento de perdonar. Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

Seguimos leyendo:

“Cuando retenemos el perdón, colocamos nuestro limitado juicio sobre el juicio perfecto del Señor.

 

Él tiene una mirada perfecta del corazón y de las circunstancias de las personas, y el juzgar solo le pertenece a Él. En definitiva, Él repartirá justicia perfecta y misericordia perfecta para todos, tanto para los que hagan daño como a quienes se haga daño”.

El juicio de las acciones de quienes nos rodean y de nosotros mismos se reserva exclusivamente para Dios. En su debido momento, Él ejercerá misericordia tanto para nosotros, los que sufrimos el daño, y para los que cometieron el mismo.

Dios conoce perfectamente nuestros corazones y sabe de nuestro proceder. Él es un Padre justo, sabe de nuestro dolor y hará justicia por nosotros según crea conveniente.

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Solo al perdonar, Su gracia podrá darnos sanación. Imagen: Canva

A nosotros, solo se nos requiere perdonar porque el juicio es Suyo.

“Además, al pedirnos que perdonemos, el Señor nos ayuda a elegir la felicidad sobre la miseria, a abandonar nuestros amargos rencores y resentimientos y a recibir sanación mediante Su gracia.

 

Luego nos damos cuenta de que, como nos lo recuerda el élder Kevin R. Duncan, de los Setenta, ‘la expiación del Salvador no solo es para los que tengan que arrepentirse, sino también para los que tengan que perdonar’ (“El ungüento sanador del perdón”, Liahona, mayo de 2016, pág. 35)”.

El perdón nos libera de rencores y nos devuelve la felicidad. Además, permite que despejemos el camino para que la gracia de Dios nos restaure.

No vale la pena amargarnos la vida por cosas para las que el Padre Celestial ya dio una solución.

Cabe señalar que, perdonar no significa retomar el vínculo con la persona que nos hizo daño. Puedes perdonar y decidir alejarte si eso es lo más sano para ti.

perdón

Perdonar no siempre significa retomar el lazo con la persona que nos lastimó. Si es mejor para nuestro bienestar emocional, entonces debemos alejarnos. Imagen: iStock Photo

El presidente Jeffrey R. Holland, presidente en funciones del Cuórum de los Doce Apóstoles, aconsejó:

“‘Perdonad, y seréis perdonados’, enseñó Cristo en tiempos del Nuevo Testamento; y, en nuestros días: ‘Yo, el Señor, perdonaré a quien sea mi voluntad perdonar, mas a vosotros os es requerido perdonar a todos los hombres’. 

 

No obstante, es importante que cualquiera de ustedes que viva con verdadera angustia tenga en cuenta lo que no dijo

 

Él no dijo: ‘No se les permite sentir dolor verdadero ni pesar real por las devastadoras experiencias que hayan tenido por culpa de otra persona’.

 

Ni tampoco dijo: ‘A fin de perdonar totalmente tienes que volver a una relación tóxica, o volver a circunstancias destructivas y de maltrato’. 

 

No obstante, a pesar de las ofensas más terribles que nos puedan sobrevenir, solo podemos elevarnos por encima de nuestro dolor al poner los pies en la senda de la sanación real. Tal senda es la senda del perdón que anduvo Jesús de Nazaret, quien nos invita a cada uno de nosotros: ‘Ven, sígueme’”.

Fuente: churchofjesuschrist.org

*Portada: Imagen de Midjourney

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