Por qué puede haber un templo en el cielo (y 5 cosas que sabemos al respecto)

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Según varias tradiciones judías antiguas, el templo terrenal era una copia, un equivalente o un reflejo del templo celestial. Victor Aptowitzer resume el punto de vista judío al escribir:

“La literatura [judía] afirma que en el cielo existe un templo que es el equivalente al templo en la tierra. Se dice que se ofrecen los mismos sacrificios ahí y se cantan los mismos himnos como en el templo terrenal. Así como el templo de abajo se ubica en la Jerusalén terrestre, el templo de arriba se ubica en la Jerusalén celestial”.

Varias colecciones de escritos mencionan la existencia de un templo celestial, incluidos el Antiguo y Nuevo Testamento, los textos apócrifos, el Talmud y una gran cantidad de materiales midráshicos*. Algunas de las fuentes proporcionan solo una breve descripción del templo, mientras que otras explican su importancia.

¿Cuál es el significado del templo celestial?

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Las siguientes cinco categorías ayudan a proporcionar respuestas a esta pregunta: (1) El templo celestial es el lugar de santidad por excelencia (2) el templo celestial es el lugar de mediación por excelencia (3) el templo celestial representa la meta principal de los Santos (4) el templo celestial es el lugar de confirmación, y (5) el templo celestial es el lugar de donde surge la revelación. Ahora, se examinará cada una de estas categorías.

1. El templo celestial es el lugar de santidad por excelencia

Templo de Salt Lake

Esto se ve claramente en una de las raíces principales de la Biblia hebrea que se traduce con las palabras en inglés “santuario” y “templo” – la palabra QDŠ, que tiene el significado básico de “separación” o “retiro” de entidades sagradas de cosas profanas.

En sus formas verbales diferentes, QDŠ denota algo que es “sagrado” o “apartado del uso profano”; la idea de mostrar o probar que “uno es santo”; colocar a una cosa o persona “en un estado de santidad” y la dedicación o santificación de una persona o cosa, volviéndola sagrada.

Una derivación nominal de QDŠ es el sustantivo singular masculino qōdeš. Este término complejo hace referencia a muchos aspectos de lo sagrado, todos los cuales se pueden vincular directamente a su significado origen, la separación de lo sagrado de lo profano.

Un segundo sustantivo bíblico derivado de QDŠ es miqdāš, que por lo general se traduce al español como “santuario” o “templo”.  La palabra se encuentra 73 veces en la Biblia hebrea.

Las escrituras bíblicas no dejan dudas de que Dios requiere que Sus moradas terrenales posean un alto grado de santidad, sean consagradas y apartadas de las blasfemias del mundo. Si el templo terrenal es santo, el templo celestial sirve como la definición misma de santidad.

Templo celestial

Ya que Dios no habitará en un lugar impuro (véase Alma 7:21; 34:36; Helamán 4:24), un propósito central de un templo celestial sería servir como un lugar santo en el que Dios y los Santos morarán por siempre.

2. El templo celestial es el lugar de mediación por excelencia

 

El enfoque del Evangelio de Jesucristo es la Expiación y el propósito de la Expiación es la mediación entre Dios y el hombre.

Templo de Roma, Italia

En la antigüedad, muchos aspectos diferentes del Evangelio representaron esa Expiación – y la unidad eventual que los Santos tendrían con Dios en el cielo – sin ser realmente la Expiación.

De este modo, la ley de Moisés representó “la sombra de las cosas buenas por venir, no la imagen misma de las cosas” (Hebreos 10: 1); el sumo sacerdote israelita, que en el día de la Expiación administró la ley mosaica, sirvió como “sombra de las cosas celestiales” (8:5). El templo terrenal, como se mencionó anteriormente, representaba una copia, imagen, o “figura” (9:9) del templo verdadero o real en el cielo

Estos tres elementos terrenales del Evangelio – la ley de Moisés, el sumo sacerdote y el templo – señalaron la Expiación de Jesucristo y Su posterior ministerio en el templo en el cielo.

Las ordenanzas de sacrificio de la ley de Moisés presagiaron el sacrificio y la crucifixión de Jesús; el oficio y los ministerios del ministro sacerdotal simbolizaron la Expiación de Jesucristo, y el templo terrenal representó el templo celestial.

depresión

Al igual que el sumo sacerdote terrenal entró al templo para efectuar la expiación por “las iniquidades de los hijos de Israel, y todas sus transgresiones y todos sus pecados” (Levítico 16: 21; véase también Hebreos 9: 7), aun así Jesucristo, que es llamado el “sumo sacerdote” (Hebreos 9: 11), se ofreció por los pecados del mundo.

Pablo escribió: “Porque no entró Cristo en el santuario hecho por manos, figura del verdadero, sino en el mismo cielo para presentarse ahora por nosotros ante Dios. Y no para ofrecerse muchas veces, como entra el sumo sacerdote al Lugar Santísimo cada año con sangre ajena… así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos” (Hebreos 9:24-25, 28).

En un sentido único y especial, el sumo sacerdote israelita, mientras realizaba sus deberes en el día de la Expiación, actuó como mediador entre Dios e Israel. De manera similar, pero en un sentido completo, Cristo el sumo sacerdote entró al cielo e intercedió por toda la humanidad (véase Hebreos 7:25).

Pablo, en su larga comparación de los templos terrenales y celestiales, declaró que Jesús es “el mediador de un mejor convenio” (Hebreos 8: 6) y “el mediador del nuevo convenio” (TJS, Hebreos 9: 15).

Templo de Hong Kong

Por tanto, cuando el sumo sacerdote terrenal actuó como mediador, el templo terrenal sirvió como un lugar de mediación entre Dios y el hombre, mientras que el templo celestial sirve como el verdadero lugar de mediación, con Jesús el sumo sacerdote que actúa como mediador.

3. El templo celestial representa la meta principal de los Santos

milagros

El templo terrenal es una representación microscópica del templo celestial. Es un modelo miniatura, un edificio preparatorio donde los fieles practican ceremonias, mientras esperan el momento en el que se les permita la entrada al templo celestial.

De la manera más maravillosa, el espíritu que se siente en el templo terrenal – con su harmonía y unidad, su alegría y paz, su pureza y poder – se multiplicará por mil en el reino celestial, donde se encuentra el templo de Dios.

El escenario utópico del templo terrenal, donde las personas hacen esfuerzos extraordinarios para verse cara a cara y consagrar sus vidas a una vida divina, anticipa el entorno celestial, donde la armonía y la integridad son la regla.

4. El templo celestial es el lugar de confirmación

Es bien conocido el hecho de que los templos terrenales proporcionan un lugar sagrado para las santas ordenanzas.

Posiblemente, las ceremonias y las ordenanzas realizadas en el templo terrenal serán confirmadas y selladas en el templo celestial. Muchas escrituras sugieren esta posibilidad (véase Mateo 16:19; 18:18; Helamán 10:7; DyC 1:8; 124:93).

El siguiente ejemplo ilustra la conexión entre el cielo y la tierra. Nota la relación entre los términos tierra y cielo:

“Y de cierto, de cierto te digo que lo que sellares en la tierra será sellado en los cielos; y lo que atares en la tierra, en mi nombre y por mi palabra, dice el Señor, será eternamente atado en los cielos; y los pecados de cualquier persona que remitas en la tierra, serán eternamente remitidos en los cielos; y los pecados de cualquier persona que retengas en la tierra, serán retenidos en los cielos” (DyC 132:46).

5. El templo celestial es el lugar de donde surge la revelación

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Las escrituras aclaran que el templo terrenal es un lugar donde se recibe revelación.

“Y de cierto os digo, edifíquese esta casa [el Templo de Nauvoo] a mi nombre, para que en ella pueda yo revelar mis ordenanzas a mi pueblo; porque me propongo revelar a mi iglesia cosas que han estado escondidas desde antes de la fundación del mundo” (DyC 124: 40 – 41).

Generalmente, el pueblo del Señor recibe Su palabra mientras se encuentra en el templo. José Smith y Oliver Cowdery recibieron múltiples revelaciones mientras se encontraban en el Templo de Kirtland (véase DyC 110).

La canción de alabanza del rey David incluyó un testimonio acerca de una oración contestada en el templo: “En mi angustia invoqué a Jehová, y clamé a mi Dios. Él oyó mi voz desde su templo” (Salmo 18: 6; 3:4; DyC 109:77; 1 Reyes 8:49). Algo que se relaciona directamente con esto es que el profeta Jeremías reveló la palabra de Dios a las ciudades de Judá mientras se encontraba en el patio del templo (véase Jeremías 26:2).

eternidad

Otros profetas recibieron instrucciones importantes del Señor mientras se encontraban en el templo. Como se mencionó anteriormente, la extensa visión que recibió Juan el Revelador fue en el templo celestial.

Otros ejemplos incluyen las experiencias de Isaías (Isaías 6), Micaías (1 Reyes 22:19); Ezequiel (Ezequiel 1, 10), Lehi (1 Nefi 1:8), y los setenta ancianos (Éxodo 24:9).

Además, los llamados textos de incubación bíblica, o los textos en los que un individuo hace una preparación ceremonial en un santuario con la intención de recibir revelación, exponen otras experiencias de revelación en un templo. Los textos incluyen a Jacob (Génesis 28: 10-19; 46: 1-4), Samuel (1 Samuel 3), Salomón (1 Reyes 3) y Moisés (Éxodo 24:18; 34:28; Deuteronomio 9: 9, 18).

Está claro que con frecuencia se recibe revelación en el templo terrenal y es igualmente clara que la revelación que se origina en el templo celestial, ya que esa es la morada de Dios.

Una vez más, tenemos la imperfección del templo terrenal (donde solo se reciben algunas revelaciones) que se opone a la perfección del templo celestial (donde se originan todas las revelaciones).

Dios como templo

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El santuario celestial, como su equivalente terrenal, posee una serie de características importantes. Es un lugar de santidad por excelencia, es un lugar de mediación, representa la meta principal de los que adoran en el templo terrenal, es el lugar de confirmación y es el lugar donde se recibe revelación.

Sin embargo, más importante que esta lista de características importantes es el hecho de que Dios mismo es un templo. Una serie de escrituras así lo testifican.

El Señor le dijo a Ezequiel que Jehová sería “como un pequeño santuario” para las tribus dispersas de Israel (Ezequiel 11: 16). El salmista escribió: “Señor, tú has sido nuestra morada de generación en generación” (Salmo 90:1; Salmo 91: 2). Isaías dijo que el Señor era un “santuario” para los justos, “una piedra de tropiezo y… tropezadero” para los inicuos (Isaías 8: 14).

Del mismo modo, en el Nuevo Testamento, Jesús les dijo a los judíos: “Destruid este templo, y en tres días lo levantaré. Entonces dijeron los judíos: En cuarenta y seis años fue edificado este templo, ¿y tú en tres días lo levantarás? Pero él hablaba del templo de su cuerpo” (Juan 2: 19 – 21).

Juan, después de describir la Nueva Jerusalén, declaró, “Y no vi en ella templo, porque el Señor Dios Todopoderoso y el Cordero son su templo” (Apocalipsis 21: 22).

doctrina del evangelio

¿Cómo es que Dios es un templo? Ya que el templo celestial es un lugar que cumple con los propósitos divinos y eternos de Dios, así que el mismo Dios tiene los atributos de ese templo: Su cuerpo y presencia representa el lugar máximo de santidad, Él es el mediador, Su estado divino representa la meta máxima de los fieles del templo, Él es el divino ratificador y, finalmente, Él representa la encarnación de la verdad y la revelación.

Asimismo, somos templos cuando nos rendimos ante el Espíritu Santo y le permitimos morar en nosotros (1 Corintios 3: 16 – 17; 6: 19; 2 Corintios 6: 16; DyC 93:35). A medida que nos volvemos puros y santos a través de Cristo; con el tiempo, nos unimos a la trinidad de una manera maravillosa en el mundo celestial. Ahí, al morar en el templo celestial, nos unimos a Dios como un templo en perfecta unión.

Templo de St.George, Utah.

Luego, recibiremos los atributos del templo celestial: Seremos santos a través de la mediación de Cristo; seremos uno con Dios; habremos cumplido nuestra meta de vivir con Dios; todos nuestros actos justos habrán sido confirmados; y, como viviremos en un gran Urim y Tumim (véase DyC 130: 8 – 9), tendremos acceso a toda luz y verdad.

Cuando nos convirtamos en habitantes del templo celestial de Dios, cumpliremos por completo la gran oración intercesora de Cristo, en la que le pidió al Padre: “para que todos sean uno, como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros” (Juan 17: 21). Seguramente, ese es el propósito final de un templo en el cielo.

*Midrash, presentación judía antigua de un pasaje de las Escrituras.

Esta es una traducción del extracto del libro “Temples of the Ancient World” de Donald W. Parry que fue publicado en ldsliving.com con el título “Why There May Be a Temple in Heaven (and 5 Things We Know About It)”.

Comentarios
Recuerda en apocalipsis tambien juan escribe a cerca del arca del pacto que esta en el templo del cielo una prueba mas que hay templo en el cielo
Jennifer navas

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