4 maneras de vernos como Dios nos ve

mejor a la vista De Dios

¿Quién de nosotros ha estado siempre completamente satisfecho con su apariencia física? ¿Y quién de nosotros puede verse a sí mismo como Dios nos ve?

En ocasiones me he preguntado si hay alguien que nunca ha deseado tener una nariz más fina, dientes más rectos, ser una talla menor o más grande, o tener unos centímetros más de altura.

Cuando era una joven adolescente, encontraba muchos defectos en mi apariencia física. Recuerdo, de manera divertida, lo enfocada que estaba en mis oídos. Estaba convencida de que eran enormes y buscaba todas las formas posibles de cubrirlas.

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¡Incluso ahora me pregunto cómo es que hacía para soportar los veranos calurosos con el cabello siempre suelto!

Me he dado cuenta de que muchas personas, especialmente los adolescentes, enfrentan un desafío similar, no se dan cuenta de que tener una imagen negativa de su cuerpo podría impedirles desarrollar todo su potencial.

Todo lo que tenía que saber era comprender el valor que tiene mi cuerpo independientemente de sus defectos físicos. No digo que haya sido un proceso simple, pero es algo que cambió mi vida.

¿Cuán conscientes somos de nuestro valor individual?

Nuestra cultura tiende a objetivar el cuerpo humano.

Nos enseña a ver a las personas primero como objetos y luego como personas, esto nos empuja a juzgarlos y darles un valor de acuerdo con la forma en que se presentan físicamente.

Todo esto nos lleva a una visión negativa del cuerpo porque lo vemos como lo más importante y tendemos a mejorarlo externamente para sentirnos felices.

Muchos de nosotros nos comparamos con influencers y celebridades que continuamente vemos en las redes sociales y que reflejan nuestros “ideales”. Lo que no vemos es lo que hay detrás, desde la edición digital hasta la cirugía estética.

El verdadero valor de nuestro cuerpo

Nuestro cuerpo es un regalo sagrado de nuestro Padre Celestial. Gracias a nuestro cuerpo, nuestro espíritu tuvo un medio para venir a esta Tierra para lograr nuestro propósito divino. Gracias a eso, podemos regocijarnos en esta vida.

Podemos sentir alegría y dolor, podemos servir a nuestro prójimo, fortalecerlo y hacer que se sienta valioso. Tenemos una misión divina y única que cumplir en la Tierra y hemos sido bendecidos con los talentos necesarios para lograrlo.

Cuando aprendemos a ver nuestro cuerpo a la manera de Dios, nos damos cuenta de su valor infinito, un valor que va más allá de lo que se considera como belleza física en nuestra sociedad.

La hermana Marjorie Pay Hinckley dijo:

“No quiero llegar a la entrada del paraíso manejando un auto deportivo brillante, vistiendo ropa hermosa hecha a la medida, con mi cabello peinado a la perfección y con uñas largas perfectamente arregladas.

Quiero salir de una camioneta con barro en las ruedas por haber llevado a los niños al campamento de exploradores.

Quiero estar allí con una mancha de mantequilla de maní en mi blusa por haber preparado sándwiches para los hijos de mi vecino enfermo.

Quiero estar allí con un poco de tierra debajo de las uñas por haber ayudado a quitar las malas hierbas del jardín de alguien.

Quiero estar allí con los besos pegajosos de los niños en mis mejillas y las lágrimas de un amigo en mi hombro.

Quiero que el Señor sepa que realmente estuve aquí y que realmente viví.”

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Me encanta cómo la hermana Hinckley resaltó el verdadero valor de nuestro cuerpo, como un medio para servir a los demás, en lugar de llamar la atención hacia nosotros mismos.

Sin embargo, no valorar nuestro cuerpo como un medio de atracción no significa que no tenemos el deber de cuidarlo. De hecho, como un regalo de Dios, tenemos la responsabilidad de tratarlo con amor, atención y cuidado.

“¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? …El templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es.” (1 Corintios 3: 16-17).

El juicio de la sociedad no puede ni debe igualarse al juicio de Dios. Satanás quiere que seamos miserables a causa de nuestro cuerpo (“Podemos actuar mejor y ser mejores” Russell M. Nelson). 

Una visión correcta de quiénes somos depende de qué ojos usamos para ver.

4 sugerencias para vernos a través de los ojos de Dios

1. Mira tu cuerpo como una herramienta, no como un adorno

Piensa en tu cuerpo como un instrumento para que disfrutes la vida como Dios lo desea, no sólo como algo que puedes admirar. Enfócate en cómo te sientes y en las cosas qué puedes hacer.

2. Intenta ayunar de las redes sociales

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Trata de tomar un descanso de las redes sociales y planifica lo que vas a ver cuando las vuelvas a abrir. 

¿Las imágenes que ves o las personas que sigues te hacen sentir ansioso o avergonzado de tu cuerpo? ¿Tienden a herir a las personas? 

Si es así, tienes el poder para dejar de seguirlos, eliminarlos y llenar tu hogar con lo que es bueno.

3. Asume la responsabilidad de tus pensamientos y acciones

Independientemente de lo que todos los demás estén usando o haciendo, puedes decidir verlos como personas y no como objetos. Respeta la libertad de los demás al tomar decisiones distintas a las tuyas y trátalas con respeto.

4. Une fuerzas con otros para hacer mejor las cosas y ser mejor

Pídeles a tus amigos y familiares que se unan a ti al evitar conversaciones y medios que tienden a objetivar a las personas. Habla sobre la importancia de verte a ti mismo y a los demás como algo más que un cuerpo y afírmalo con la forma en que hablas sobre ti mismo y los demás.

El Elder Jeffrey R. Holland, durante la conferencia general de octubre de 2005, dijo:

Les suplico, jovencitas, que por favor se acepten más a ustedes mismas, incluso la forma y la contextura de su cuerpo, con menos deseos de parecerse a alguna otra persona. 

Todos somos diferentes; algunos son altos y otros bajos; algunos son gruesos y otros delgados, y casi todos, en algún momento, quieren ser lo que no son. 

Como dijo una asesora de jovencitas: “No pueden vivir preocupándose de que otras personas se queden mirándolas. Si permiten que la opinión de otras personas las ponga incómodas, ustedes mismas estarán desechando su propio poder… La clave para sentirse seguras es escuchar siempre a su yo interno, a su [verdadero] yo”

Este artículo fue escrito originalmente por Sara Mondelli y fue publicado originalmente por lachiesarestaurata.it bajo el título “4 modi per vedere noi stessi per come ci vede Dio

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