¿Qué debo hacer cuando sé información delicada de alguien de mi barrio?

fariseos

Todos tenemos secretos que no queremos compartir. Tal vez nos dé vergüenza el que otras personas lo sepan, porque son muy íntimos o porque revelan una parte de nosotros que no queremos que nadie conozca.

Pasamos por problemas, situaciones incómodas, decepciones, penas y dolores, incluso tenemos debilidades y no queremos que eso nos definan como personas. No deseamos que las personas lo sepan porque sabemos que nos podrían juzgar por ello.

Es así que, como seres humanos y discípulos de Jesucristo, debemos tener mucho cuidado cuando nos enteramos de alguna información delicada sobre alguna persona que conozcamos, sea o no miembro de la Iglesia. 

La confidencialidad

misioneros sud

Mantener la confidencialidad de la información es un deber sagrado. Imagen: Canva

Tal vez si tienes alguna asignación en la Iglesia por la cual tengas acceso a información delicada de algunos miembros de tu barrio o estaca, la confidencialidad es una de tus mayores responsabilidades. 

En el Manual General de la Iglesia, la sección sobre la confidencialidad toca este tema, y si bien se dirige más para los líderes que para las personas en general, se debe considerar como un principio fundamental para todos.

El Manual expresa lo siguiente:

[Los líderes] tienen el deber sagrado de proteger toda información confidencial que se haya compartido con ellos. La violación de una confidencia traiciona la confianza depositada por los miembros y ocasiona que pierdan la confianza en sus líderes”.

padres y su hija

Nuestra confidencialidad puede mantener a las familias unidas; no hacerlo, puede destruirlas. Imagen: Canva

La importancia que se le da a la confianza dentro de la Iglesia es vital para su buen funcionamiento.

Cuando se nos invita a vivir el evangelio de Jesucristo, se nos enseña que también debemos unir a las familias por la eternidad. Es cierto que se refiere a las familias conformadas por los padres e hijos, pero no podemos dejar de lado a la gran familia de la humanidad.

No podemos vivir el evangelio de Jesucristo e intentar unir a las familias por la eternidad cuando estamos compartiendo información delicada sobre otras personas. Estamos destruyendo no solo otras familias, sino también otras vidas. 

El chisme

hombre contando algo a la oreja de una chica

El chisme puede destruir vidas. Si sabemos algo, no hay que propagarlo. Imagen: Shuttertsock

Según la Guía para el Estudio de las Escrituras, el chisme viene en dos aspectos:

  1. Contar a alguien hechos o información personal acerca de otra persona sin la aprobación de esta.
  2. Hablar mal del prójimo.

Es por ello que, si nos enteramos por boca de otra persona, o si vemos a otra persona haciendo algo que nos parezca inapropiado, no debemos compartir esta información abiertamente con los demás. 

Si es sobre algún tema delicado, entonces dejemos que el obispo lo vea, pues es a él a quien se le debe referir la información, no a tu grupo de amigos o a tu familia. 

élder Uchtdorf

El élder Uchtdorf nos ha enseñado que debemos cesar con los chismes. No aporta en nada a la felicidad de las personas. Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

El mismo élder Dieter F. Uchtdorf, del Cuórum de los Doce Apóstoles, dio una advertencia sobre esta práctica aparentemente inofensiva, pero que puede traer severas consecuencias negativas:

“Cuando se trate de odiar, chismear, ignorar, ridiculizar, sentir rencor o el deseo de infligir daño, por favor apliquen lo siguiente: ¡Dejen de hacerlo!”.

El chisme es mucho más peligroso de lo que parece, e incluso puede destruir vidas, pues al fin y al cabo, más de una vez puede llegar a ser falso.

Nuestro pasado

llorar por el espíritu

Todos buscamos el perdón de nuestros pecados y un nuevo inicio. Que nuestro pasado esté en boca de otros es fulminante para nuestro progreso. Imagen: Canva

Nadie desea ser juzgado por los errores de su pasado, y mucho menos por falsedades que se hayan expandido por malas intenciones. 

Todos buscamos el perdón de nuestros pecados y un nuevo inicio. Que nuestro pasado esté en boca de otros es fulminante para nuestro progreso.

El apóstol Pablo reprendió a las “chismosas y entrometidas que hablaban lo que no debían” (1 Timoteo 5:13)

A José Smith se le instruyó a “no hablar mal de su prójimo, ni causar daño alguno” (Doctrina y Convenios 42:27).

hombre de rodillas orando con las manos extendidas en un atardecer

Dios no nos condena. Nosotros tampoco debemos hacerlo. Imagen: Canva

No es moral ni justo decir que amamos a Dios y Su evangelio cuando demostramos lo contrario con nuestros actos. 

No es ético entrar a la Casa del Señor cuando nos deleitamos en el sufrimiento de nuestro semejante.

No será posible entrar al Reino Celestial ni mirar a los ojos al Padre de todos los vivientes y a Su Hijo Jesucristo, el Salvador de todo el género humano, si somos la piedra de tropiezo de otras almas.

Dios nos ama tanto que ni Él nos condena (Juan 8:11), por lo tanto no debería estar en nuestra capacidad hacerlo. 

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