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Prólogo
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Prólogo

“Escucha detrás del ruido”

Las colinas áridas del desierto de Judea se extendían por todas partes, desde donde veíamos el Wadi Qelt, un valle fluvial y antiguo camino entre Jerusalén y Jericó. Nos preguntamos en voz alta cómo un ser mortal podría sobrevivir cuarenta días de ayuno en esta región, como lo hizo Cristo. De repente, el sonido de unos disparos a la distancia sacudió nuestros pensamientos. Al escuchar con mayor atención, nos dimos cuenta de que el ruido provenía de un campo de tiro, que no estaba lo suficientemente cerca como para hacernos daño. Sin embargo, el sonido del fuego rápido rasgó nuestros sentidos espirituales y cambió abruptamente el enfoque del momento.

Cuando regresamos a nuestro auto, una amiga que viajaba con nosotros nos preguntó si podía quedarse unos minutos más ahí. La vimos adentrarse un poco más en el Wadi y, unos minutos más tarde, volvió a subir al auto, mientras el ruido agresivo de las ametralladoras se escuchaba a solo unas colinas de distancia. No fue hasta que estuvimos a orillas del mar de Galilea, un día o dos después, que nuestra amiga nos contó lo que escuchó entre los disparos. “Estaba muy disgustada por cómo esas armas hacían que fuera difícil sentir el Espíritu”, dijo. “Pero, luego, escuché un pensamiento que surgió de ese suelo seco, fue tan claro como si alguien lo hubiera dicho: ‘Escucha detrás del ruido’. Mientras prestaba más atención a lo que estaba sintiendo, el pensamiento se convirtió en un mensaje más completo: ‘Escucha detrás del ruido. Yo creé estas colinas. Soy El Creador. Todos los disparos son solo un ruido superficial para mí.

Puedo acabar con ese ruido en un suspiro. Puse el pulso en esta tierra. Te puse el mismo pulso. Escucha detrás del ruido de mi voz. . . y quédate conmigo’”.

Hablando metafórica y literalmente, nuestros tiempos están cargados de disparos. El fuego cruzado de estos días parece constante y puede mantenernos dando vueltas en conflictos, confusión y enigmas provocados por voces fuertes y enemigas. Vivimos en un mundo complejo. El caos incesante puede hacernos sentir como un pez dorado en una licuadora con un niño de tres años en el interruptor.

Al ofrecerte este libro, no podemos detener al niño de tres años o los disparos, sin embargo, esperamos poder ayudarte a aprender a escuchar detrás del ruido: el ruido en el mundo y el ruido en tu interior. Aquí no intentamos resolver todos los problemas que puedas estar enfrentando. Pero, esperamos que encuentres en estas páginas un modelo de cómo pensar en tus preguntas y cómo, al lidiar con ellas, nutrir tu fe. Esperamos ayudarte a calmar el caos. Esperamos ayudarte a escucharlo a Él.

 

Notas
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